domingo, 30 de septiembre de 2007

Sin sinlencios




Con el tiempo me he dado cuenta que contar nuestras historias, pequeños pecados, gustos lujuriosos, fantasías exóticas y narraciones varias, sea a quien sea, es la entrega de una arma que podría llegar a ser letal. Y no es que sea un trauma andante, simplemente el receptor no llena una ficha que asegure su integridad, madurez y un sin fin de características que no vemos al momento de contar cualquier cosa. Como consecuencia unos cuantos puchos "mata ansiedad" y risas nerviosas para ahogar, en ese momento, mi intrínseca indiscreción, evitando así contar muchas de mis historias y parte de mis pensamientos. Sí, quizás suene extremo, pero prefiero callar cuando muero por contar algo (propias experiencias) frente a personas que no me den seguridad y como lo mío es la intrínseca indiscreción, he llenado mi computador de desahogos. De ahí ha nacido el deseo de compartir con desconocidos parte de mí... sin silencios.
Veremos que resulta de esto y demos pie a la bienvenida.

Bienvenidos a sinsilencios,
caprichos míos y suyos